Yo me declaro, me confieso, rompo mi yugo de la corrección política. Yo admito, afirmo, proclamo, testifico hoy en estas páginas ser antimonárquico.
Como los lectores más sagaces habrán adivinado, no hablo de políticas, monarquías ni repúblicas, sino del arte de Cúchares, del tronco que ordena la calidad del toreo en el escalafón. Y por números, hoy por hoy, es Roca Rey el primero. Por eso vengo a hablar de su toreo remitiendo mi análisis no a mi criterio, sino al de personas realmente propicias para ello, el primero: José Bergamín. Gracias a Dios nos quedan del poeta unos cuantos ensayos sobre tauromaquia, verdaderamente una escuela de educación taurina, y a ellos me voy a referir, especialmente a El Arte de Birlibirloque, también a La Música Callada del Toreo. Gallista el primero, belmontista el segundo. Antagónicos podrían pensar algunos, pero nada más lejos de la realidad: son complementarios y necesarios ambos para comprender realmente ¿Qué es torear?, que se preguntaba Corrochano años después, en 1953, suplicando el perdón de Gallito tras llevar éste ya 33 años en la gloria del Señor. No por nada se dice que son Gallito y Belmonte los arquitectos del toreo moderno, ese que describe extraordinariamente bien Federico Alcázar en Tauromaquia Moderna, tras habérselo visto compendiar por vez primera a Chicuelo en Madrid, en 1928, frente al toro Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero. También nos acercaremos a Alcázar para hallar algunas de las claves de ese toreo presente y por qué motivos R.R. es, o no es, buen torero y de la justicia o injusticia de su papel como Primera Figura del Toreo de nuestros días.
Dijo el Guerra: Eso que llamáis ahora los afisionaos dominar, es atontar los toros. Esto lo decía Guerrita en los albores de la Guerra Civil, en su tertulia en una terraza de San Sebastián, donde veraneaba, y donde Alcázar recogió esta cita. Atontar los toros, decía, sobre los toreros de la Edad de Plata, esos Chicuelos, Ortegas, Lalandas y demás que empezaban a erigir las bases del toreo moderno que otro Califa cordobés, Manuel Rodríguez “Manolete”, vendría a imponer definitivamente. Parar, cargar, mandar y templar, el baile, y todo ello ligando, la rima del toreo, le parecían al Guerra una tomadura de pelo: Esa dansa por la cara ni es dominar, ni atorear, ni es ná. Sentencia dura para la gloriosa evolución de la tauromaquia en el s. XX hasta nuestros días: Rafael el Gallo, Gallito y Belmonte, Domingo Ortega, Manolete, Luis Miguel Dominguín, El Viti, Paco Camino, Antoñete, Curro Romero, Julio Robles, Joselito, José Tomás y Morante de la Puebla. Como canta una copla de Manolo Caracol, esta relación de toreros es verdaderamente una astilla del tronco inmortal de Don Quijote. Son los toreros decimonónicos de la tauromaquia, los que han aportado, los que han expandido el toreo. Y si el Guerra, Rey Sol del toreo durante nueve largos años (1890-1899), fue capaz de equivocarse así en sus juicios como aficionado ¿A caso no lo estaremos haciendo nosotros que no somos infalibles, que ni Guerrita llegó a serlo? Puede ser, y seguramente sea así, de ahí estas divagaciones en derredor del toreo contemporáneo.
Pero en fin, vayamos al meollo de la cuestión. Tenemos, por suerte, un abanico de faenas por año de R.R. suficientemente grande como para poder diseccionar su tauromaquia con holgura, sin aprietos, y debemos empezar hablando del capote, que maneja con una brusquedad, “brusqueza” que diría el gran Domingo Delgado, inusitada en un matador de toros. A la verónica es efectivo, rápido y muy poco pródigo en ellas, pero destacando esa efectividad. Después lo hemos visto en el tremendismo, gaoneras de lámina vulgar y saltilleras sin sabor, así como remates del palo de las revoleras totalmente carentes de temple y como verdaderos mantazos. Quizá su toreo de capote donde brille, sea en los remates a una mano que, efectivamente, son de una plasticidad, temple, calidad e incluso técnica extraordinarios. Pero no sale de ahí, sota, caballo, rey, y repite hasta la saciedad sin que la gente se harte de unos pases de valor que realmente, lo que es al toreo, aportan poco. Ortega y Gasset decía sobre Belmonte que su toreo de capa era monocorde, de gran intensidad pero extensión muy limitada, y le pasa igual a Roca Rey. Primer punto clave: no es completo con el capote, falto de temple y estética vulgar. Tendremos que añadir a esto además un comentario sobre su personalidad en la plaza, al menos la que transmite a los tendidos: apático, hasta el punto de llegar a esperar cinco minutos de reloj para ir a por un toro que no se fijaba en los capotes, tremendamente altivo y suficiente frente al público, lo cual es francamente aburrido a estas alturas de la película. En cierto modo recuerda a los artistas conceptuales modernos. Pero de nuevo vayamos a ese efectismo, y en muestra vamos a tomar la corrida de Victoriano del Río del día 7 de Junio en Las Ventas como ejemplo. Dos toros de diferente calado. Para empezar un tercero noble y blandito, sin fuerza pero humillador, un toro de los que le suelen gustar. Con el capote quitó por gaoneras perfileras, habituales en su tauromaquia, sin especial calado más allá de manchar de sangre el traje. En su segundo, un sexto toro manso y difícil, por saltilleras de manos no ya altas sino altísimas, prácticamente con el capote sobre el hombro, si cabe más infumables que las gaoneras. Pero, desde luego, al público lo levanta con el espejismo del valor. En fin, que ni con el fácil, ni con el difícil. El capote de R.R. es definitivamente horroroso. Descartemos por lo tanto su candidatura a torero ancho, porque hay un tercio de la lidia que no domina: primer tercio o de capote, porque lo hemos visto banderillear en Méjico y hay que decir que pone pares soberbios, sobre los pies y cuadrando en la cara del toro, qué buen subalterno nos hemos perdido.
En resumen, que Roca, para sorpresa de prácticamente nadie, no es buen capotero y abusa de ventajismos y derroches de valor que se los lleva el viento. El próximo día, segunda parte de este análisis, hablaremos del tercio de muerte interpretado por el peruano, pero antes estaremos en la nocturna del día 11 a ver qué nos echa Couto esta vez.
R. A. M. M.