Ya hemos vuelto. Podría decirse que hemos fichado después de las vacaciones y llevamos ni más ni menos que cuatro oficios litúrgicos tras del parón invernal. Adolfo Martín y Valdellán, Fuente Ymbro y Hnos. Sánchez Herrero en novillada. Rafa G. Garrido ha sido muy inteligente, y nos ha colocado el torismo de primeras para tenernos calladitos, que no se va igual a los toros a ver una corrida de Adolfo Martín o Valdellán que a ver una novillada de Los Chospes –con todos los respetos–.
En fin, hemos hecho acto de presencia un año más en el Templo y como Cristo nos hemos topado un año más con los mercaderes insoportables del triunfalismo, del torismo instransigente, de los malos puyazos, de los toros sin fuerzas. Para variar, Adolfo Martín echó una corrida de casi seis años que fue muy interesante y brava en su conjunto. Especialmente el segundo toro de la tarde, Arenero, nº96, que derrochó sus seis yerbas de bravura sobre el albero y frente a la muleta de Damián Castaño que –aún estando por debajo del toro– estuvo muy bien y le sacó una tanda por el izquierdo donde templó de manera prodigiosa. Pinchó el premio con la espada y nos quedamos con la miel en los labios, pero fue una tarde de un interés mayúsculo también por la práctica incomparecencia –al menos en espíritu–
de Rafael de Julia y el sabor del toreo de gusto de Adrián de Torres que peina ya una coleta digna de llamarle matador de toros.
De las novilladas merece la pena decir que fueron dos corridas de toros en miniatura, toros de plaza de segunda o sea: el novillo de Madrid. De juego diferente, ya que Fuente Ymbro trajo seis mulas de carga que no tenían nada dentro y Sánchez Herrero echó un par de animales interesantes. Con la de Fuente Ymbro brilló –como pudo– Emiliano Osornio que estuvo torero, variado en quites, sabiendo lo que se hace en la cara del toro, bien colocado y siempre atento toda la tarde. Por otro lado, con la de Hnos.
Sánchez Herrero vimos a un Miguel Andrades entretenido, en novillero, con ganas, muy variado y valiente. Estuvo por debajo de su primer novillo, un gran Giraldillo, nº43, de extraordinaria humillación, pero se arrimó, lo dió todo, y se tiró a matar de frente y por derecho, pinchando arriba por desgracia.
La cuarta cita ha sido una corrida de Valdellán que, sin rayar al nivel que nos tiene mal acostumbrados Don Fernando Álvarez, fue una corrida interesante –al contrario de lo que estos plumillas de afilado colmillo contra los hombres independientes nos quieren vender–. A modo de “disposiciones previas” diremos que fue la desgracia de la corrida que unos cuantos pecados del taurinismo se materializaron en el día que no hubieran debido: toros atacados de peso (gracias veterinarios), dos chicos que no saben porque no les dejan torear y, sobre todo, unos picadores que si fueran artilleros del ejército de tierra, España no hubiera perdido sus Provincias de Ultramar. Es cierto que flojearon de fuerzas los toros, eso es impepinable, pero no fue un petardazo como firma el señor Zabala, que parece empeñarse de forma habitual en la ucronía al escribir sus crónicas. De igual forma, me parece terrible acartelar a Alejandro Mora y David de Miranda con una corrida de Valdellán que deberían matar, además de Ferrera, dos firguras del toreo –por ejemplo Emilio de Justo, que no estaría mal que se saliera de los Albaserrada–. Pero vamos al meollo de la cuestión que fue principalmente el mal hacer de los picadores. Puyazos traseros, barrenando, clavando varias veces en el lomo del toro… hicieron todo lo posible por reventar la corrida de forma que pareciera premeditada desde la mañana buscando caballos de peso desorbitado. En fin que reventaron al pobrecito Bilbaíno, nº24, que al cabo de la temporada recordaremos como uno de los toros más bellos que veremos. También fue encastado y poderoso, tirando tarascadas al final del muletazo –defecto que un matador con experiencia podría haber corregido–. Alejandro Mora estuvo bastante bien y firme con él, pero el toro era duro y tras pinchar dos veces arriba y dejarle una estocada entera y algo contraria, le dieron los tres avisos y se fue Bilbaíno al corral con la cabeza arriba y el estoque hundido hasta el pomo. El segundo, en el turno de Ferrera, fue un toro noble, algo babosilla, que se acostaba al embestir hacia los lados. Le permitió a Ferrera hacer una faena de verdadero maestro del toreo, muy despacio, corrigiendo al toro en lo que podría y pasándoselo muy cerca. Bajonazo al canto y perdió la oreja. El tercero se fue al corral, estaba inválido y no valía un duro. Salió un precioso cárdeno claro de Los Maños que tampoco valió nada, algunos comentan que tuvo embestida mexicana. Para mí eso era simplemente no embestir, dejarse llevar y manifestar una flojera supina. David de Miranda se puso algo cansino con él y no le sacó nada, porque entre otras cosas el toro no valía nada. El cuarto debió ir al corral también, ya que no se tenía en pie y las patas traseras le fallaban cada dos por tres. Ferrera fue a darle un ayudado por alto y el toro se fue al suelo, y la gente ya se puso –con razón– de mal café sin dejarle a Ferrera intentar nada, poniéndose pesado al final. En realidad lo más bonito del toro fue el nombre: Pies de Plomo. Por fin salió el quinto, otro Navarro, nº46, que fue un toro poderoso, humillador, bravo en el caballo yendo a más –salió suelto en el primero, apretó con la cabeza arriba en el segundo y se empleó metiendo la cabeza abajo en el tercer encuentro–. Por desgracia, Félix González –que podría ser el capitán Petrov al mando de su acorazado– lo reventó con la puya y del toro que pudo ser vimos menos de la mitad. Buen toro este Navarro. David de Miranda sin más, se le fue el animal que ya de por si estaba mermado tras el encuentro con el picador. Finalmente el sexto, un encastado Mirasuelos, nº18, fue un toro de poder ante el que Alejandro Mora no supo más que dar medios muletazos, pese a que estuvo elegante.
Total, que al final vimos más de lo que nos van a contar, pero aún así fue poco para las expectativas que llevábamos, pero por lo menos hemos vuelto ya por fin a esperar con ilusión y ansiedad los Domingos desde primera hora del Lunes y así, Las Ventas, ha vuelto ya a la vorágine de fagocitar entradas y vomitar malos puyazos.
Por R. A. M. M.