Encerrado tras varios escaparates de nuestras ciudades comparece un ejemplar bovino, dibujado bajo el lema “la tauromaquia no es mi cultura” (sic). Viendo lo representado, en efecto los autores de cultura animal no van finos: tiene pinta de vaca para carne o leche. Si el observador levanta la vista y lee su rótulo en inglés, entiende que no se les puede pedir filigranas, saber que las dehesas están protegidas por la Red Natura 2000 debido a su importancia ecológica, ni la diferencia de vida entre un toro de lidia y un Angus para filetes. Dejando aparte la soberbia del cartel en idioma foráneo (incluso el gobierno Sánchez apoya que en alguna región se persiga el español), uno se fija más. Y estos negocios, The Body Shop y Lush Cosmetics, solicitan firmas para “derogar la ley de patrimonio cultural de la tauromaquia” (sic).
Las dos son británicas. Los gerifaltes de la segunda, Lush, ya quebraron con anterioridad como sociedad Cosmetics To Go.
The Body Shop, tras dar muchos tumbos, como la falsa moneda, está cerrando tiendas por todo el mundo y despidiendo personal (el 80% de la plantilla Reino Unido). También el ocaso en todos los países salvo, según ellos, el nuestro y la India. Ambas compañías se definen veganas y espetaban su “boicot a proveedores de ingredientes testados en animales”. Favor les han hecho, pues a los de “el cobaya es el cliente” deben, solo en Gran Bretaña, 280 millones de libras. The Economist informa que, tras fracasar su venta a la Sociedad de Inversiones Aurelius (monstruo pura Agenda 2030) se encuentran en procedimiento concursal.
Las naciones en que se practica el arte del toreo proceden todas de la civilización latina. Francia, Portugal, España y, a través de esta, Hispanoamérica, profundizan sus raíces en Grecia y Roma. Por el otro lado está el entorno anglosajón, que las hunde en la invasión de esas tribus contra los habitantes de origen celta.
Ahora los citados, totalmente ajenos a nuestra cultura, para intentar frenar sus pérdidas con populismo woke, pretenden imponernos sus criterios. Tal que fuéramos su colonia y no la potencia que hizo avanzar las tierras españolas de ultramar. Por supuesto hay sabias excepciones, como las peñas Sueca y Los Suecos, el Club Taurino de Londres y el de Nueva York; o Los Amigos de Pamplona con sede en Florida. Incluso conozco grandes corredores de encierros de esas tierras. Tierras que dieron matadores como Harper Lee, Sidney Franklin, Jhon Fulton, Bette Ford o Patricia McCormick, entre los estadounidenses. Y Henri Edward Higgins o Frank Evans, por la Unión Jack.
En cada categoría solo cito unos pocos, para no aburrir pues son muchos. En cambio ¡no abramos los “tarros de Pandora” de las compañías citadas, no sea que nos anegue el imperialismo!
Jesús Javier Corpas Mauleón