Corona española, en el término de la Villa y Corte, a día 23 del mes corriente del año de Nuestro Señor de MMXXIV. Hoy, en la corrida celebrada en la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo, un hombre vestido de blanco y oro, un torero, se ha levantado en armas contra la monotonía y opresión del Sistema taurino.
El Domingo, los que estábamos en la plaza, éramos cronistas de lo que parece ser el inicio de una auténtica revolución en el toreo. Hablábamos entre amigos al principio de temporada, antes de que
empezase San Isidro, de que este iba a ser el año de los tiesos, y parece que se está cumpliendo la predicción: David Galván, Damián Castaño… pero sobre todo está siendo el año madrileño de Juan de Castilla, que con los toros de Valdefresno cumplió de manera extraordinaria las obligaciones de un matador de toros, además con estilo y con valentía.
Como he comentado con algunos amigos, nos alegró la tarde, porque realmente fue lo único que vimos a excepción de los toros de Valdefresno, de presencia muy justita, aunque no estaban anovillados, de fuerzas también escasas aunque sin caerse pero, por el contrario, demostrando tres de los toros un comportamiento más que interesante. Morenito de Aranda se fue a portagayola con el primero del festejo, también primer Cantinillo de la tarde que compartía nombre con el que saldría en segundo lugar. Pero más allá de esa larga de rodillas, más bien larga del perdón, no vimos por su parte nada más, y en el segundo toro de su lote, el noble, codicioso pero muy flojo Comisario, pese a tener el toro su faena a media altura y ser un toro que fue bueno, no le vimos hacer nada destacable. Por otro lado, es cierto que Espada tuvo el peor lote, no pasando de desecho regular ninguno de los dos toros, pero tampoco demostró nada especial. Quizá con su primero, el otro Cantinillo, estuvo más serio, con más gusto, pero con una naturalidad un poco impostada y un esfuerzo que no llega al tendido. Con el quinto, que fue un toro parado y amorcillado, tardo por exceso, se puso a hacer los malabares tremendistas y de toreo accesorio que acostumbra a hacer y ya puso a la plaza de mal café. El Moreno escuchó un aviso en cada toro, Espada otro en el quinto, que esta vez sí fue un quinto malo.
Pero, como ya he dicho, llegaba Juan de Castilla a alegrarnos la tarde. Erigido en el cuarto Comunero llegado del Nuevo Reino de Granada, volvió a demostrarnos que es un torero extraordinario y capaz con todos los toros. Un tercero Pompito de casta dura y complicada tirando derrotes, que al final cantó la gallina, y al que le sacó una faena de mucho valor, de pases muy ajustados, hondos y llevando al toro muy obligado. Empezó Juan en los medios de rodillas, obligando mucho al toro, sacando algún muletazo al natural muy bueno. Le tocaron un aviso. El levantamiento llegó en su segundo toro, un noble, humillador y repetidor Joyas, de hechuras muy bonitas pero poco rematadas, que igualmente fue un toro de muy poca fuerza, el mejor en varas de toda la tarde no pasando de desecho bueno, y el mejor en la muleta con la misma nota. Dejó nuestro héroe de Castilla un recorte en varas de un sabor tremendo, que dejó al toro ya colocado para el puyazo. El animalito se arrancaba de largo, con alegría, y en banderillas Raúl Cervantes le puso un primer par cuarteando extraordinario, como nos tiene siempre acostumbrados, pero al querer repetir el éxito de poder a poder el toro le ganó pies y lo derribó, pasando unos momentos de mucho apuro. Óscar Castellanos, al ir a hacerle el quite, corrió igual suerte, y se armó en un momento una marimorena que al toro no le hizo ningún bien, sobre todo tocar esas dos veces a su enemigo. Ya metidos en faena, por el pitón derecho, donde el ajuste, la colocación y el mando fueron extraordinarios, Juan le recetó dos tandas de tres y el de pecho y cinco más y dos de pecho, uno por cada pitón, de mano bajísima, llevando al toro muy largo y obligándole una barbaridad para paliar el aire que tampoco quiso perderse la muy buena faena de nuestro Comunero. Pero el toro, al ir tan obligado, acabó por desistir y ya en la tercera tanda dijo que nones y decidió ir dando embestidas sueltas hasta meterse en las tablas, recorrido que Juan aprovechó para aplicarle pases naturales de efecto, aprovechando bien el viaje del toro hacia su querencia, con gusto y gracia, y ajuste notable. Volvió la faena a tomar vuelos de gran faena en la última tanda, por el derecho también, obligando al toro a salirse de las tablas para embestir, derrochando un mando tremendo las telas que manejaba Juan de Castilla. Cinco derechazos, un redondo desde atrás de una calidad y temple tremendos, y el de pecho redondearon una faena de oreja de no ser por la espada, que aún debe mejorar, pero que valió una vuelta al ruedo de peso y merece un lugar en la Corrida de la Paloma, así como en los carteles de Septiembre y Feria de Otoño. Este torero debe ser un nombre fijo en los carteles de Madrid, y si me apuran de todas las ferias, y llegando de lo más hondo y humilde del pueblo taurino, le está echando un pulso a las grandes empresas y sobre todo a las figuras, al poder del Mundo de los Toros, matando de todo, toreando todos los encastes de maravilla y de forma artística y con la verdad por delante. Gracias Juan, gracias por tu toreo.
Por cierto, que casi se me olvida, otras dos vueltas al ruedo dieron el Moreno y Espada por sus santas narices, claro que su repercusión fue tan mínima que casi se me olvida comentarlas. Dicho sea de paso también, lo de llevarse un autobús de tu pueblo allá donde torees es un poco cutre, pero más lo es aún llevárselo a una plaza como Las Ventas en un día donde estábamos 8.000 almas apenas y donde todos nos conocíamos, y se notó mucho para qué estaban aquellas personas allí: para pedir orejas, en este caso la que le pidieron a Espada en su primero y que, gracias a Dios, el presidente Rodríguez San Román tuvo a bien no conceder tras una estocada en el rincón de Ordóñez. Total, que ahora vamos a por las novilladas, ya que el “produgtog” y Garrido, en su infinita maldad y aviesos intereses económicos, han decidido cambiar de opinión como nuestro presidente del gobierno, y donde dijeron digo, ahora dicen Diego, y nos han dejado un mes de Julio sin corridas de toros. Mientras tanto, en vez de poner las confirmaciones de alternativa en verano como sería lógico, nos echan por delante a los toricantanos en los carteles de figuras y si en algún momento pudiéramos ver alguna competencia entre ellas, que sea prácticamente un espejismo. Y que la mierda se la coma el nuevo, básicamente.
En fin, que así nos luce el pelo. Pero bueno, disfrutaremos en las nocturnas. Este jueves con novillos de La Guadamilla y dos presentaciones novilleriles en el cartel.
R. A. M. M.