6 de julio de 2024

Patio de arrastre (III): Resacosos

El dolor de cabeza nos atiza últimamente, a todos sin excepción. Será para unos el resultado de las copas de whisky con hielo, ron con hielo, ginebra y tónica con hielo… Aún dirán aquello de “¡Qué malo es el hielo!”. En cambio, en mi caso, es migraña por inanición: hambre de toreo, y es que ya ha terminado la Feria de San Isidro 2024 —incluida la corrida de Beneficencia— y oigan ¡Qué poquito hemos visto torear!

Lo cierto es que, haciendo memoria, debemos acordarnos primero de los toros, los grandes toros, por aquello que dijo el maestro Chenel: Para ser buen aficionado, antes que ser torerista hay que ser torista. Sólo así, entendiendo al toro, se será justo con el torero. Por ello, los nombraremos por su nombre en órden de importancia: Experto, número 29, cinqueño, de Santiago Domecq; Escandaloso, número 85, cuatreño, de Miura; Bastonito, número 35, cuatreño, de Baltasar Ibán; Periquito, número 50, cinqueño, de La Quinta; Tejonero, número 74, cinqueño, de Santiago Domecq; Orgulloso, número 77, cinqueño, de Fuente Ymbro y Garañuelo, número 78, cinqueño, de Victorino Martín. Otros ha habido notables: Rebeco de Juan Pedro, Halconero de Miura, Emperador de Santiago Domecq, Japonés y Misterioso de Victorino, Abonador de Mayalde, Dulce de Victoriano… pero creo que es justo decir que estos siete toros —una corrida más el sobrero— conformarían el encierro ideal de este San Isidro. Bravos todos ellos, todos de nota en varas y todos de nota en la muleta. Cinco toros cinqueños, dos cuatreños, de nuevo me remito a Antoñete cuando decía aquello de que el toro cinqueño, el bueno, es más bueno y el malo, es menos malo. A todos ellos, en conjunto, se les han cortado tan solo dos orejas —una de Román a Orgulloso y otra de Borja Jiménez a Experto—, cosa que es para que los matadores le echasen un pensamiento y se planteasen en qué están fallando, porque ya lo que decía Aguado, al respecto de la moruchada de Sorando, que había que educar al público no cuela después del desfile de tullidos de Garcigrande que vimos en la Beneficencia —a excepción de un bravo 6º toro—. En fin, que de esos siete toros ninguno recibió el tratamiento que merecían, ni recibieron los premios de la vuelta al ruedo, ni fueron tomados en cuenta en los premios oficiales de la empresa —siendo el de Mejor Toro para Dulce de Victoriano, un toro muletero noble y repetidor pero de nula capacidad en el primer tercio y bravura muy escasa, fue como su nombre: dulce—.

Parece ser que Plaza 1 también cree que los aficionados debemos aprender. Yo, por mi parte, aún tengo en la cabeza las embestidas de Experto y cómo Escandaloso acabó humillando en la nula muleta de Colombo, que no le sacó ni uno.

Faenas a destacar, como creo que esclarece la estadística, son las menos. La primera, la más brillante, es de Jarocho, novillero, y es el verdadero y único faenón de esta mediocre feria. Contundente, serio, sin alivios ni ventajismos. Naturales de oro y derechazos de plata rubricados con una extraordinaria estocada a matar o morir. Dos orejones como dos campanas. Seguidamente, y para cerrar prácticamente, debemos hablar de Borja Jiménez frente a ese Dulce de Victoriano. Venía Borja de perdonar tres puertas grandes, de desperdiciar tres grandes toros: Experto, Garañuelo y Misterioso, cortando en conjunto una oreja muy barata. Pero el día 7 no tocaba apatía y que corriesen las reses, tocaba estar. Y estuvo frente a un noble toro de Victoriano y un buen sobrero de Torrealta. Tres portagayolas, tres, rotundidad con el capote por verónicas de lámina y temple extraordinarios, y una faena de muleta a ese Dulce que, aún faltándole contundencia por naturales, la calidad del toreo por el pitón derecho: temple, mando, quietud, colocación y ligazón, rayó la perfección. Mató bien, quizá un pelo trasera la espada pero efectiva entrando al cuarteo. Eran dos orejones, pero el señor presidente, que debe ser un gran aficionado de estos de barba canosa de ceniza del puro y sombrero de copa alta, decidió que era una sólo. El broncazo posterior fue espectacular, seguido de cánticos como el muy conveniente «¡Fuera, fuera!», y debieron escucharlo hasta los vecinos de Alcalá a la altura del Metrópolis. Pero no hemos visto nada que despierte realmente el interés como estas dos faenas, más bien detalles aquí y allá: una tanda de Morante el día 10 a su segundo, su faena al segundo de su lote el día 29 —al que le tragó una barbaridad—, unos naturales eternos de Ferrera y el valor bajo el aguacero de Escribano con los Adolfo, un inicio de faena clamoroso de Uceda Leal y dos estocadas suyas, el gusto, el sabor y la depuradísima técnica de Juan de Castilla con los Miura, tres tandas de naturales de Perera, el gusto y la garra de Román, el saber hacer domando a un manso de Damián Castaño con el quinto Escolar, detalles aquí y allá de Talavante, un inicio de valor y algún natural de Fernando Adrián… pero lo dicho, detalles para los que sabemos apreciarlos, ningún titular de telediario o portada de periódico.

Queda comentar sobre las cuadrillas, pero aquí debemos ser breves porque, gracias a Dios, el nivel de los toreros de plata ha sido excelente salvo contadas veces. La brega de Raúl Ruiz aún nos dura en la cabeza, y los pares de Ángel Otero, Joao Ferreira, Juan Carlos Rey y unos cuantos más que así, a bocajarro, no me vienen a la mente aún somos capaces de recordarlos. Los del castoreño, en esta ocasión, están para echarlos de comer aparte. Salvando a Alberto Sandoval y Manuel José Bernal —y no todas sus tardes—, el 90% de los puyazos esta feria han sido malos cuando no terribles, pecando de traseros, ventajistas y barreneros. En fin, prefiero no seguir porque si no aquí se deprime hasta María Santísima.

Total, que ya nos hemos plantado de nuevo en esas largas semanas que nos lleven hasta los domingos de corrida o novillada, esperando con ansias las novilladas nocturnas y la feria torista de Septiembre. Pero todo eso, aunque llegará, llegará despacito, como esos naturales de Ferrera bajo el agua. Próximo destino: 16 de Junio, homenaje al maestro Antonio Chenel “Antoñete”.

R. A. M. M.

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