El mundo del toreo ha sido testigo de muchas figuras legendarias, pero pocas han dejado una huella tan profunda y trágica como José Cubero “Yiyo”. Nacido en Burdeos, Francia, el 16 de abril de 1964, y criado en el barrio madrileño de Canillejas, Yiyo se destacó desde joven por su talento y valentía en el ruedo. Dejó una marca imborrable en la tauromaquia, especialmente por su trágica muerte en la plaza de toros de Colmenar Viejo el 30 de agosto de 1985.
Yiyo era conocido por su estilo elegante y su valentía en el ruedo. Desde su debut con picadores en 1980, su carrera fue en ascenso, destacándose rápidamente como una de las grandes promesas del toreo. Su alternativa en 1981, en Burgos de manos de Ángel Teruel y con José María Manzanares como testigo, y su confirmación en Las Ventas en 1982 consolidaron su reputación.
El 30 de agosto de 1985, sustituyó a Curro Romero, durante una corrida en la localidad madrileña de Colmenar Viejo, Yiyo sufrió una cornada mortal del sexto de la tarde “Burlero”, de la ganadería Marcos Nuñez. La tragedia ocurrió cuando, tras una estocada, el toro lo prendió por la axila, atravesándole el corazón. Yiyo falleció instantáneamente, dejando un vacío inmenso en el mundo taurino y en los corazones de sus seguidores. Dolorosas fueron sus últimas palabras, dirigidas a su peón de confianza, fueron: “Pali, ese toro me ha matado”.
La tragedia fue instantánea y dejó a la afición taurina en shock.
A pesar de su corta carrera, Yiyo dejó un legado duradero. Su estilo y su valentía siguen siendo recordados y celebrados. En su honor, la Escuela Taurina de la Comunidad de Madrid lleva su nombre, perpetuando su memoria y su influencia en las nuevas generaciones de toreros
La historia de Yiyo es un recordatorio de los riesgos y la pasión que envuelven al toreo. Su vida y su muerte simbolizan el sacrificio y la entrega total a este arte. José Cubero “Yiyo” será siempre recordado no solo por su talento, sino también por la tragedia que marcó su destino en Colmenar Viejo.