A pesar de las inclemencias climatológicas los toreros dieron el do de pecho, logrando faenas de gran calado que a la postre fueron premiadas por un público que aguantó estoico la fuerte lluvia.
Ginés Marín justificó con creces su inclusión en este cartel pudiendo lucir en su primero al torear de capa, verónicas templadas y chicuelinas ceñidas muy aplaudidas. Con la muleta, consiguió un trasteo aseado y valiente por ambos pitones, muletazos templados y remates de buen gusto, concluyó con muletazos por bajo muy elegantes. Tras cobrar una estocada fulminante, Ginés Marín fue premiado con dos orejas, y el de La Antigua mereció los honores del arrastre lento.
Ya con el ruedo imposible y poca visibilidad, Ginés Marín dio luz verde para que saliera el sexto de la tarde con el que poco pudo hacer con el percal.
Con la muleta estuvo valiente y empeñoso, siempre con el pundonor por delante. Venido a menos su enemigo, Marín echó mano de la espada señalando dos pinchazos y un descabello para retirarse entre aplausos.
Al final de esta corrida, Diego Silveti y Ginés Marín, salieron en hombros de los aficionados que en todo momento reconocieron la labor de los toreros en una tarde pasada por agua.