Saucelle vivió una tarde memorable en la que el joven novillero Diego Mateos se erigió como gran protagonista al cortar cuatro orejas y un rabo, en una actuación que desbordó entrega, temple y ambición. Ante novillos de Charro de Llen, Mateos mostró desde el primer momento una actitud decidida, toreando con profundidad y mando, y conectando con fuerza con los tendidos. Su primer novillo lo entendió desde el capote, hilvanando una faena medida y rotunda que culminó con una estocada certera, lo que le valió las dos primeras orejas. Pero fue en el segundo de su lote donde alcanzó la cima de la tarde: una faena de altos vuelos, con muletazos largos y sentidos, en la que el novillo colaboró con nobleza. La estocada, en todo lo alto, fue el broche de oro a una obra que mereció el máximo trofeo: dos orejas y rabo. El público, entregado, lo sacó a hombros entre vítores. Por su parte, Álvaro Rojo, que lidió ejemplares de la ganadería homónima, dejó también una grata impresión. Cortó una oreja en cada uno de sus novillos, mostrando firmeza, buen gusto y una disposición que augura un futuro prometedor. En conjunto, la tarde en Saucelle quedará en el recuerdo como una jornada de triunfo y emoción, donde el toreo se hizo presente en su versión más auténtica. Diego Mateos, con su rotunda actuación, se consolida como una de las grandes promesas del escalafón novilleril.