La periodista Ana Rosa Quintana fue la protagonista de la entrevista social de la última edición de la revista (T)oro, del abonado de la Plaza de Toros de Las Ventas. Una entrevista con la firma de Lucas Pérez que se recoge a continuación
Responde al teléfono minutos antes de entrar en directo en su programa diario, de lunes a viernes, de 17.30 a 20 horas. “Estoy en capilla”, dice, como si de un torero liado con el capote de paseo en el túnel de cuadrillas se tratase. Salvando las distancias, en el fondo, como en los toros, Ana Rosa Quintana se enfrenta cada tarde a un espectáculo único, distinto al día anterior y que no se va a volver a repetir jamás. “El encanto de lo efímero”, sentencia. ‘TardeAR’, en Telecinco, ocupa las tardes de esta incombustible y reconocida profesional, que atiende encantada la llamada de Plaza 1. Un horario el suyo, tras un tiempo consagrada como líder de las mañanas, que le complica el poder disfrutar todo lo que quisiera de una de sus grandes pasiones, la del toreo, de la que presume sin complejos.
La Tauromaquia es un espectáculo que en un alto porcentaje de casos se inculca de padres a hijos o de abuelos a nietos. También a través de amigos. En este sentido, ¿quiénes fueron los culpables de su afición y cuáles son sus primeros recuerdos taurinos?
Más que un recuerdo en una plaza de toros lo que se me viene a la mente es cómo se veían las corridas de toros en la televisión en mi casa. En mi familia materna eran muy aficionados, no se perdían una: mi madre, mi abuela, mis tías-abuelas… De hecho creo que hubo un hermano de mi abuela que fue torero en la República y el marido de otra hermana de mi abuela también estaba involucrado en el mundo del toro. Así me aficioné.
¿Y qué tuvo esa primera vez que provocó que aquello le gustara, que hizo que entraran ganas de pasar de la pantalla a la plaza?
Al final es un poco como la pasión de ser de un equipo de fútbol, que lo llevas dentro desde pequeño. Es una identidad nacional, es una fiesta reconocida en todo el mundo. Fíjate en Latinoamérica, en Francia, en Portugal… Es una fiesta muy especial pero que además tiene una plasticidad y una belleza estética que al final te atrapa.
A los aficionados nos gusta ver en los toros a rostros referentes de muchas personas y por tanto nos gusta ver a Ana Rosa Quintana en los tendidos. ¿Siente ese cariño de la gente cuando va a una plaza? ¿No ha tenido nunca problemas con esto?
Sí que siento ese cariño, se nota mucho. Como nos vamos quedando ya como los raros, pues entiendo que gusta cuando hay personas en los toros más o menos conocidas. La gente suele ser muy amable. Ahora por fortuna ya no ocurre, o sucede menos, pero ha habido años en los que ibas a una plaza de toros y había manifestaciones antitaurinas en la misma puerta. Yo entiendo a los animalistas y si no les gusta este espectáculo es muy respetable, pero creo que hay que dejar libertad a la gente para que si le gusta, vaya a verlo sin problema. Ha habido días que entrar a la plaza se convirtió en todo un ‘show’.
El periodismo es una profesión que deja poco tiempo al ocio. Una de sus aficiones es el toreo y la hemos visto de vez en cuando en una plaza de toros. ¿Va menos de lo que la profesión le permite?
Voy a Las Ventas de vez en cuando y me gusta también ir a Sevilla, pero tengo que reconocer que no soy de las que más va a los toros. Ahora principalmente por lo que comentas: el nuevo horario del programa lo hace incompatible. Pero tengo un grupo de amigos que son muy aficionados. Por ejemplo, esta pasada Feria de San Isidro cuando yo salía del trabajo me unía a ellos para cenar después de la corrida, en la tertulia, para hablar de toros… Pero en general, cuando puedo, intento ir a corridas en las que haya toreros que me provocan emoción.
Una de las virtudes de este espectáculo es precisamente esa, la emoción. No hace falta ser un gran entendido para ir a los toros y disfrutar. Porque el toreo despierta algo dentro de cada uno que es espontáneo. Y cada uno se emociona con distintos detalles de la lidia. ¿Qué le emociona especialmente de una corrida de toros?
Disfruto mucho del ambiente, reconozco que hay una emoción tremenda, pero he de reconocer que incluso de esa alta tensión que hay, lo he pasado a veces muy mal cuando he visto un riesgo extremo en una faena. Yo lo he pasado realmente mal viendo a José Tomás. Me decía a mí misma, ‘lo va a matar’. Incluso dejé de ir a verlo en sus últimas corridas porque lo pasaba muy mal.
¿Y cómo definiría la figura del torero, un ser que en pleno siglo XXI se juega la vida frente al toro para crear arte?
Son personas muy especiales, son gladiadores. Es tan bonito estar en una plaza, ver al matador, con ese traje de luces, que refleja el dorado al bajar el sol… Esos destellos, frente al toro… No sé, no parece un hombre, parece otra cosa. Son seres extraordinarios. Recuerdo una anécdota una noche cenando con Curro Romero. Le pregunté lo que sentía a la hora de matar, cuando se ponía de frente a ese animal tan hermoso… Entonces, él, que tiene mucha sorna, me cortó y me dijo: ‘Ana Rosa, matar está mu feo…’.
Con la experiencia que tiene usted en el directo sabe que cada programa es único, irrepetible. Coincide, en ese sentido, con una de las características que distingue al toreo de cualquier otra disciplina.Ninguna corrida es igual a la anterior. Salvando las distancias, claro…
Sí, así es. Pero fíjate que para mí el programa de hoy ya casi no existe (la entrevista se hizo a escasos minutos de iniciar el directo), el trabajo ya está hecho. Sin embargo a los toreros les queda lo peor cuando están en el patio de cuadrillas. Pero sí, cada uno es distinto, como las corridas. Y es que lo efímero tiene mucho encanto ¿eh?
En general, el torero es un ser místico poco dado a exteriorizar ni a dar demasiadas entrevistas. ¿Es cierto eso de que tienen algo especial?
Suelen ser personas bastante para adentro, introvertidas, sobre todo los toreros que ya tienen muchos años de experiencia. Algunos son muy sabios. Ten en cuenta que el hecho de estar vistiéndose para ir a ‘trabajar’ y no saber si van a volver es una cosa filosóficamente muy interesante. Luego también depende. Yo tengo a Manuel Díaz ‘El Cordobés’ de colaborador en el programa y es el tipo más alegre, más divertido y más extrovertido del mundo…
Es que precisamente en el lado opuesto de los toreros reservados de los que hablábamos están estos llamados toreros ‘mediáticos’. ¡Qué hubiera sido de los programas del corazón sin Jesulín, Fran Rivera o El Cordobés…! El último torero que alimentó estos contenidos fue un torero precisamente poco dado a ello, Juan Ortega…
Exactamente, aquello pasó en contra de su voluntad, pero se ve que no es un torero que se exponga a esas cosas. De hecho para mí es un torero que está destacando mucho, que tiene mucho arte y que es de los más emergentes que hay ahora mismo.
¿Y qué torero que nunca entrevistó le gustaría o le hubiera gustado tener frente a frente en un plató? Te diría que Morante de la Puebla.
Tiene mucho misterio, mucho duende. No lo conozco personalmente, pero creo que es de los toreros un poco como Curro Romero, místicos e interesantes. A Curro sí que le he entrevistado y en la cercanía es una persona muy graciosa, muy ocurrente y es un tipo excepcional.
Vemos como los toros, la información taurina como tal, han ido desapareciendo de las parrillas. Las corridas de toros desaparecieron hace años de TVE, sólo queda el residual Tendido Cero y por lo general, en los informativos, salvo excepciones y salvo grandes acontecimientos o cogidas, no hay espacio para los toros. ¿A qué cree que se debe esto?
Yo creo que al final, quieras o no, el de los toros es un espectáculo muy controvertido. Nosotros lo vemos por el lado del arte entre el toro y el torero en igualdad de condiciones y hay otras personas que lo ven como maltrato animal. Eso es lo que ha hecho que no se hable de toros en los programas de máxima audiencia ni en las cadenas nacionales.
Me hablaba antes de lo mal que lo ha pasado viendo a José Tomás frente al toro. ¿Qué otros toreros le han impactado más en la plaza?
Bueno he ido mucho a ver a Curro Romero, a Morante de la Puebla, a José Mari Manzanares, que me parece muy elegante, ahora a Roca Rey, con todo ese poderío que tiene…
También la vimos en la despedida de Julián López ‘El Juli’ en Sevilla.
Sí, fue una tarde muy especial. El Juli ha tenido una carrera impresionante y además le he conocido más porque una vez entrevisté a su madre. La constancia y el nivel que ha mantenido siempre es algo muy difícil y claro que tenía que estar en su adiós a los ruedos.
Tras El Juli en 2023, en esta Feria de Otoño de Madrid se va otro torero de época, Enrique Ponce. Afortunadamente, pese a que se retiran las grandes figuras, parece que hay un relevo.
Sí, creo que están surgiendo toreros buenísimos, como decíamos del ejemplo de Roca Rey. Y lo que me llama también la atención y lo que he visto cuando he ido últimamente a la plaza es que hay como una nueva remesa de gente muy joven que empieza a ir a los toros, que les atraen los nuevos toreros y que se quedan después en las plaza tomando algo aprovechando la oferta de ocio que ahora tienen en el exterior… Cuando parece que esto estaba denostado vemos cómo también hay futuro en los tendidos.
El colorido, el ambiente, la lucha del torero frente al toro haciendo arte ha inspirado a muchos pintores, escritores… Hay quien niega todavía que estamos ante una expresión cultural única… ¿Qué le parece?
Pero es que hay mucho bobo suelto. A tí te pueden gustar los toros o pueden no gustarte y estar en contra de lo que ocurre en la plaza con el toro, eso es legítimo porque la sensibilidad de cada uno es respetable. Ahora, negar que es un arte, negar que los toros están en Picasso, que los toros están en Hemingway, que los toros están en la literatura, que los toros están hasta en la moda, inspirando a grandes diseñadores, es negar lo obvio.
Precisamente el mayor antitaurino manifiesto es precisamente el ministro encargado de defender la Tauromaquia. ¿Contradictorio no?
Sí, pero es que… (silencio)… Estamos en una época que, ¿por dónde empezamos? Yo lo que creo es que hay que tener respeto por los demás, respeto por las tradiciones. Quieras o no, no hay fiesta de pueblo o ciudad importante donde no haya algún espectáculo taurino. ¿Y eso lo quiere borrar usted de un plumazo sólo porque no le gustan? Me parece fenomenal que no le gusten, pero esto se llama democracia.
Por desgracia hemos visto como en los últimos tiempos el toreo se ha politizado. Un espectáculo que es libre para todos se ha convertido en algo que, si vas, parece identificarte con una tendencia política.
Los políticos, los de ahora y los de antes, están aquí para mejorar la vida de los ciudadanos, para hacer cosas y que los ciudadanos vivan mejor, no para decretar los gustos de los ciudadanos. Ni en los toros ni en nada. Se llama Libertad.
Y por finalizar centrándonos en Las Ventas, ¿cuando la volveremos a ver por la Monumental? ¿Qué le inspira cuando presencia un escenario tan monumental?
Espero volver pronto porque ir una tarde a Las Ventas es un evento en sí mismo. Desde que te preparas en casa, te vistes, cuando llegas a la plaza y ves llegar a esa riada de personas por todos lados, sentarte y conocer al de al lado, comentar la corrida, y que al salir te vas a La Tienta o a cualquier otro sitio a cenar y seguir con la tertulia. Es un día de fiesta.