En el universo sonoro de la tauromaquia, hay melodías que no solo acompañan la lidia, sino que la elevan a un plano mítico. Una de ellas es el pasodoble “El gato montés”, una obra que, más de un siglo después de su creación, sigue siendo sinónimo de emoción, drama y tradición.
Compuesto en 1916 por el músico valenciano Manuel Penella Moreno, El gato montés nació como parte de una ópera homónima. Ambientada en la Andalucía rural, la obra narra la historia de un bandolero apodado “El gato montés”, atrapado entre el amor y la fatalidad. La ópera fue un éxito rotundo en España y América, y su pasodoble principal pronto adquirió vida propia.
Aunque su origen es lírico, el pasodoble se adaptó con naturalidad al mundo taurino. Su ritmo firme, su melodía intensa y su carácter profundamente español lo convirtieron en una pieza habitual en las plazas de toros. Es frecuente escucharlo durante la salida de los toreros o en momentos de gran tensión, cuando el arte y el peligro se funden en el ruedo.
“El gato montés” ha sido interpretado por bandas taurinas, orquestas sinfónicas y agrupaciones populares. Su presencia en películas, espectáculos y homenajes lo ha consolidado como uno de los pasodobles más representativos de la cultura española. Incluso fuera del ámbito taurino, su fuerza narrativa lo convierte en una obra de referencia.
Más allá de su belleza musical, “El gato montés” representa el alma del toreo: la lucha, la pasión, el honor y el destino. Es una melodía que no solo se escucha, se siente. Y cada vez que suena en una plaza, el ruedo se transforma en escenario de leyenda.

